La necesidad de un espejo
La universidad es hoy… una
institución pública de múltiples fines, un espacio de conocimientos que se
reproducen, se descubren, se transmutan o se inventan. Es una aspiración social
cuya historia no se cuenta fácil, un relato de múltiples voces, de momentos
violentos, de procesos difusos que parecen incomprensibles pero cuya develación
quizá explique las formas, los modos de hacer vida universitaria en Nayarit
hoy.
La universidad es un espacio social
delegado por el estado moderno cuya noble misión en ocasiones se desdibuja por
la complejidad de sus funciones y demandas. Todos los sectores sociales esperan
mucho de ella misma; gobierno, industria, empresas, sindicatos, comunidades,
ciudadanos, padres de familia, estudiantes, etc. Sus misiones y atribuciones formales
e informales son tan amplias que asemejan a un universo de miradas, de
tradiciones, de prácticas, de símbolos, de formas que se deberían construir por
la disciplina científica, por la particularidad que otorga la parcialidad del
saber que trabajamos quienes en ella habitamos.
Es una historia recién contada,
un ensayo atribuible a un sueño popular por acceder al conocimiento que conduzca
al progreso de todos. Es la construcción
de una institución pública cuyas laderas y ladrillos se han puesto entre
pueblo-gobierno, una empresa-social-popular de difícil concreción histórica en
una región donde la “modernidad” suele llegar tarde.
En más de cuatro décadas varias
generaciones le han construido sus peldaños, rebosado sus jardines y pintado
sus muros para no olvidar. Ella ha abierto sus puertas a diversas posturas
políticas conservadoras, centralistas y decididamente revolucionarias, sin que
ninguna de éstas prevalezca por sobre las demás… de la lucha por sus devenires
internos ha sobrevivido.
Golpeada, sobrevalorada,
exprimida, jaloneada… su ideario social permanece en quienes hacen las clases
día a día, en quienes descubren nuevas realidades en sus pasillos, en las
enseñanzas de sus maestros, en quienes velan y protegen su patrimonio inmóvil,
en quienes buscan ordenar lo que parece que no tiene orden. En aquellos necios,
críticos y soñadores que pensamos que la universidad pública, por ser lo que
puede ser, vale la pena el esfuerzo, vale la pena la esperanza.
Hoy necesitamos construir un
espacio donde la universidad sea objeto de estudio. Establecer un diálogo entre
los que hacemos, vivimos y creemos en la universidad más allá de los rankings
internacionales o nacionales. Propiciar un encuentro permanente de discusión y
análisis de su vida organizativa, institucional, política, simbólica,
administrativa. Hacer un esfuerzo de reflexión colectiva de lo que ha sido la
universidad a través de lo que distintas miradas vemos. En un marco de respeto,
cordialidad, civilidad y desinterés mediático, protagónico y mucho menos
partidista.
Es alzar un espejo para vernos
todos como universitarios, en un ejercicio humano de mirar nuestros puntos
débiles para sanarlos y nuestros puntos fuertes aprovecharlos para encontrar
mejores caminos, mejores senderos. Es hacer universidad, es construir
universidad.
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